EMOCIONES

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EMOCIONES


No eres responsable de tus emociones... pero sí de lo que haces con ellas.

jueves, 27 de enero de 2011

Una cuestión de actitud -soliloquio habitual-

Hay situaciones en la vida que tiran por la borda todas las teorías y enunciados que he venido repitiéndome a través de estos últimos quince años.
Día tras día me he propuesto no dejar la vida en los intentos. Lo que significa intentar el cambio de  actitudes a medida que descubra que ello es necesario para un mejor vivir, tanto para mi como para quienes comparten la vida conmigo y tamién, por qué no, para los que circunstancialmente deben tratarme, cualquiera sea la circunstancia.

 Pero aquí no termina todo.
Me propongo cada mañana comenzar el día con una mejor actitud y si la aptitud no me favorece con su luz, me conformo con el hecho de utilizar mi mejor buena voluntad para salir adelante en la nueva jornada, hasta que de pronto... zás! una estocda y me quedo dura como estatua y me pregunto, qué hacemos amiga, ponemos la otra mejilla? Enfrentamos? Nos endurecemos? Dejamos al otro desahogarse? Generalmente opto por esta última acción. Guardo silencio y escucho atentamente.

Qué dice cuando me dice lo que está diciendo?

Qué es lo que realmente manifiesta cuando se expresa?

Qué cosa lo ha mortificado tanto para que actúe con esa violencia verbal, con esa agresividad contenida en las exabruptos?



Hasta cuándo podrás amiga sostener esta actitud? -me pregunto cada día-

Todos los días y todas las veces que te lo propongas -me respondo-



Es su problema. No es tu problema- me repito.-

En mí no está la solución al conflicto de este momento. Por lo tanto no lo tomes. No lo hagas propio. No lo retengas.

Y luego sigo con mis cosas, mis actividades mi rutina.

A veces logro comprenderlo. A veces no.



Pero en mi actitud está el intento.









 

miércoles, 26 de enero de 2011

Atracción


SOLILOQUIO FRENTE AL MAR

Llegué hasta el fonde de mi desdicha y me quedé contemplando el mar planchado. Allí donde nada lo contamina, donde el secreto de la montaña no fue violado y donde los hombres siguen viviendo de la pesca y respetan la naturaleza no depredándola.

Miré sin mirar el vasto horizonte que ante mí vista se perdía y me dije, qué hacés acá? Qué viniste a buscar? Estás segura que querés estar acá. No, no lo sé me respondí, y me quedé esperando que mi voz se levantara y se hiciera audible ante los hielos eternos .

El pecho me duele porque la presión de mi angustia me oprime y porque la vida presiona.

Recuerdo entonces las mañanas en que los pescadores se hacen a la mar sin saber si traerán cargamento a su regreso, y en aquéllos, los que no solamente piensan en las piezas que contarán, sino en que al menos tengan la gracia de regresar.

El mar ejerce una poderosa influencia en mí, a veces creo que me llama. Que me invita... y el embrujo avanza y avanza... entonces debo hacer el supremo esfuerzo para no caer en él desde lo alto del acantilado y hundirme para siempre en sus transparentes y frías aguas.

SOLILOQUIO INICIAL

A veces uno se sienta a conversar en silencio con los granos de arena, o con la brizna o con el aire que pasa refrescando nuestra piel.
A veces uno se sienta a llorar sobre la leche derramada... y sabe que es en vano... pero necesita hacerlo.
Es entonces cuando todas las voces se levantan para decirte que es en vano llorar sobre la leche derramada, y que tú tienes todos los motivos y tienes todas las razones y tienes todas las condiciones para ser feliz.
Pero tú sientes, en ese íntimo punto donde nada ni nadie llega y que está en el centro justo de tu alma... tú sientes que tienes miedo y es un miedo visceral que nace de tus entrañas.... y mientras todos te miran perplejos o con rabia porque no aprovechas a ser feliz con lo que otros consideran que tú deberías serlo... entonces te cobijas en la soledad... entonces te aislas y terminas hablando con las hormigas o con las luciérnagas...